Los dogmas Marianos y la medalla milagrosa

“Fue el momento más dulce de vida. Me sería imposible expresar todo lo que sentí”…
Por José Álvaro Cardozo Salas.
De las apariciones de la santísima virgen María aprobada por la iglesia católica me gusta mucho esta que ocurre el 27 de noviembre de 1830 cuando apareció a Santa Catalina Labouré, una joven novicia en el convento de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl en la rue du Bac n. 140, París. La noche del 17 de julio un niño va a visitarla a su cuarto y le dice que la virgen María quiere hablar con ella en la capilla del noviciado, como en la época no hay luz eléctrica se van encendiendo antorchas a medida que van caminando por los pasillos de la casa hasta llegar al atrio de la capilla. donde la Virgen la esperaba sentada a la derecha del altar. Catalina contó: “Entonces, di un salto hacia Ella, poniéndome de rodillas sobre los escalones del altar y con las manos apoyadas sobre las rodillas de la Santísima Virgen. Fue el momento más dulce de vida. Me sería imposible expresar todo lo que sentí. La Santísima Virgen me dijo cómo debía comportarme con mi confesor y muchas otras cosas”.
“La Virgen estaba de pie, vestida de blanco, estatura mediana, el rostro tan bello que me sería imposible decir su belleza. Llevaba un vestido de seda blanco-aurora, hecho, como se dice, “al estilo virgen”, sin escote, mangas lisas. La cabeza cubierta con un velo blanco que le descendía por ambos lados hasta los pies. Debajo el velo llevaba el cabello partido y liso bajo una especie de pañoleta, guarnecida de una puntilla de dos dedos de anchura, sin fruncido, ligeramente apoyada sobre el cabello, el rostro muy descubierto. Los ojos tan pronto levantados hacia el cielo como bajados. Los pies apoyados sobre una esfera, es decir, la mitad de una esfera, o al menos a mí me pareció la mitad”. La Santa dijo que se había arrodillado ante la Virgen y que había puesto sus manos sobre sus rodillas, en reverencia. La misión puntual era mandar acuñar una medalla con las siguientes instrucciones, su imagen sobre el globo terráqueo pisando con su pie la cabeza de la serpiente, de sus dedos de las manos, salen cientos de rayos luminosos que son los dones y las gracias que Dios padre ha querido depositar en ella para la humanidad, la frase que va alrededor de la imagen que dice “Oh maría sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a ti” detrás de la medalla, las doce estrellas que significan las doce tribus de Israel o los 12 apóstoles, los sagrados corazones de Jesús y el inmaculado corazón de María y la M con la cruz de su hijo.
Los dogmas y la Medalla.
Para esta parte hay que hilar finito, ya que cada una de los partes de esta medalla trae un secreto encriptado que a simple vista podemos pasar desapercibidos empecemos con el primer dogma, María Madre de Dios, en la M que esta al respaldo significa María, Madre y Mujer, entrelazado con la cruz de cristo como una unión inseparable e íntima, que ni el calvario pudo separar. Para el segundo dogma La virginidad lo representa la imagen en el velo de cabeza a los pies propio de las vírgenes. Para el tercer dogma La inmaculada concepción con la inscripción de la frase “Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti” esta frase dicha por la virgen se refiere específicamente al dogma de la Inmaculada, miremos el año de la medalla 1830, el dogma fue proclamado 24 años después en 1854 por el Papa Pio IX y confirmado el 11 de febrero de 1858 en Lourdes cuando se presentó así “Yo soy la inmaculada concepción”. Para el cuarto dogma La asunción a los cielos, nuestra señora esta suspendida en el aire sobre el globo terráqueo indicando su asencion.
Quedan mas cosas por descubrir, como el significado de la letra M entrelazada con la cruz de su hijo, que en su base transversal pareciera que sostuviera a María o también que ella lo sostiene, igual que el significado de los dos corazones uno coronado de espinas y otro traspasado por la espada de dolor profetizada en el templo por el anciano Simeón, el significado de las doce estrellas, en fin, pasaríamos buen rato deleitándonos con esta medalla.
En 1998 en Ibagué bombardeamos varias poblaciones con cientos de miles de medallas plásticas donadas por las Hermanas vicentinas y que tanto bien han hecho a esta zona del país, lo que importa ahora es perseverar, orar, contemplar, mantenernos firmes en la fe, la esperanza y la caridad y así alcanzar las promesas de estas manifestaciones que no es mas que amar a su adorado hijo.