Carta a Monseñor.

“Ya ven como es Dios, conociendo mi miseria y mi pecado, ha enviado a mi celda a un monseñor para salvarme, ha perdonado mis pecados, y quiere una nueva vida para mi”

Por. José Álvaro Cardozo Salas.

Para 1998 la naciente adoración perpetua en Colombia era asignada por el entonces cardenal Monseñor Pedro Rubiano Sáenz a un sacerdote y una pareja de esposos, con la misión de ir por toda Colombia a promocionar esta necesidad tan urgente de adorar la hostia santa, el mismo Jesús presente de forma particular en el pan eucarístico. Así empezaron dos parroquias de Bogotá, Santa Mónica y San Bartolomé en suba, la primera gran tarea era conseguir los adoradores, hombres y mujeres dispuestos a donar una hora de la semana, a sentarse y contemplar. De manera vertiginosa fue creciendo este deseo en los corazones de miles de personas a lo largo y ancho de todo este bello país. Aunque haciendo remembranza la adoración ya había llegado al país a comienzos de 1900 por el sur, Ipiales y Pasto en Nariño fueron los primeros privilegiados, era la bien llamada adoración Nocturna, con una particularidad que “era solo para hombres”, aun hoy se conserva en varias ciudades. La tarea de los esposos y este sacerdote fue titánica, en Cali donde bellamente floreció la devoción con Conny Cruz en la parroquia de san Carlos Borromeo y más adelante el gran Adel Tanury quien se echó al hombro con la ayuda del clero y de Monseñor Isaías Duarte Cancino asesinado en Cali en marzo de 2002, esta bella obra que hoy suman en Cali más de 85 capillas al santísimo. Manizales, la Dorada caldas, el Doradal, Ibagué, Bogotá, Medellín con Patricia y Carlos Ceballos en el Poblado con santa María de los dolores, purificación, Saldaña, Valledupar, Santa Martha, Neiva, la Plata (Huila), Sincelejo Sucre con el padre Fernando Meza, asesinado el 22 de marzo de 2015 por robarle un celular, y así mis amigos la lista se haría interminable.

Ya en el patio R sur tenía ciertos privilegios por sus compañeros de celda, podía confesar, rezar el rosario y celebrar la eucaristía, dejaban una pequeña hostia para su adoración, fue el consuelo de muchas almas y de sus familiares, poco tiempo después enfermo de un cáncer, y fue trasladado a su casa de habitación, donde podía recibir las visitas de sus amigos y familiares cercanos. Finalmente murió el 9 de enero de 2016, fue mucho lo que sufrió este sacerdote, que a mi juicio era inocente, el párroco de los bolsillos rotos le llamaban por su generosidad con los pobres, mientras fue párroco nunca cerraba los templos, hoy le recuerdo y le extraño. La adoración sigue, la iglesia vive ahora más que nunca, y los llamados a la santidad no cesan, de este modo se configura el cielo.