CUANDO DIOS TOCA LA PUERTA

Un llamado irresistible

Edward Andrés Díaz Reina

Muchos piensan que Dios es como un mendigo que toca a la puerta y tú decides si dejarlo entrar o no. Pero permíteme recordarte que Él es Rey de Reyes. No pide permiso. Solo toma lo que quiere y lo que es suyo.

Mi estimado lector y yo le pertenecemos. Somos hechura suya (Efesios 2: 10). Y en el momento que Él llama a la puerta de nuestra vida, lo único que podemos hacer es dejarlo entrar. Esto suena duro y difícil de entender, pero es la verdad. La vida del apóstol Pablo es un claro ejemplo de ello.

En la carta a los Gálatas, capítulo uno, Pablo deja claro que en su vida como Saulo de Tarso, era un fariseo y férreo perseguidor de la iglesia. Odiaba a Jesús y a todos sus seguidores. “Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté enseguida con carne y sangre”(Gálatas 1: 15-16)

En otras palabras, cuando Dios lo consideró conveniente, llamó a la puerta de la vida del apóstol camino a Damasco (Hechos 9), y este, siendo perseguidor y odiador de Cristo, no pudo hacer más que abrirla y comenzar a predicar en el nombre de Jesús entre los impíos y pecadores.

Como ocurrió con Pablo sucedió conmigo, contigo y con todos a los cuales Jesús les ha tocado la puerta.

Pero si en la vida de alguien no ha ocurrido un cambio, un nuevo nacimiento, no es porque esa persona se resista a la voz de Dios, es porque Cristo aún no ha llamado a su puerta, por tanto, debemos ir a ella y predicar el evangelio, quizá así, por medio de nuestra predicación, Cristo toque su corazón y sea salva (Hechos 16:14 – 34).

Edward Andrés Díaz Reina
Comunicador Social y periodista
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