¡Feliz Navidad!

La esperanza del que cree.

Edward Andrés Díaz Reina

¿Cuál es la importancia del nacimiento del Mesías? Esa es la pregunta que deberíamos hacernos hoy. Pero para responder debemos ir al principio, el libro del génesis.

En el Jardín del Edén, Dios hizo un pacto con todos los hombres por medio de Adán, diciendo: “De todo árbol del huerto podrás comer;  mas del árbol de la ciencia, del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:16-17)

¿De qué muerte está hablando Dios? Para entender, analizaremos la vida que Adán tenía en el Edén.

Él disfrutaba de perfecta comunión con Dios, era santo, era feliz. No había fatiga por el trabajo. La tierra producía frutos sin mayor esfuerzo. Su cuerpo era sin defecto, tampoco envejecía ni se desgastaba con el tiempo. No había sufrimiento, ni muerte, ni dolor.

Dios prometía a Adán, y a todos los hombres continuar con esa vida si no comía del árbol de la ciencia del bien y del mal.

Pero Adán desobedeció y comió. La maldición de la muerte comenzó a reinar para todos los hombres.

Por culpa de ese pecado todos estamos destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23), ya no disfrutamos de la comunión perfecta que Adán y Eva tenían con Él. Tampoco somos santos, ahora somos pecadores(Génesis 6:5). La tierra ya no da fruto sin esfuerzo,  con sudor y mucho dolor comemos el pan todos los días(Génesis 3:17 y 18). Nuestros cuerpos dejaron  de ser perfectos, la enfermedad y desgaste hasta la muerte, son una constante en medio nuestro. Por eso todos los hombres tenemos un límite de vida.

Dejamos de vivir en el Edén. Fuimos expulsados de allá por el pecado(Génesis 3:24). Ahora trasegamos en un valle de lágrimas en el que sufrimos desde la cuna hasta la tumba.

Esta es la muerte de la que hablaba Dios en el pacto.

Pero, ¡bendito sea Cristo! Jesús nació y murió para hacer lo que Adán no pudo.

El primer hombre desobedeció, el Mesías fue obediente hasta su muerte. Adán pecó, Jesús fue sin pecado. Adán trajo la muerte a todos los hombres. El Hijo de Dios vino para dar vida en abundancia.

La vida abundante que Jesús promete es la misma que tenía Adán en el Edén:  Perfecta comunión con Dios, santidad y vida eterna.

Por eso dice la escritura que por un hombre vino la muerte. Pero por otro hombre vino la vida (1 Corintios 15: 21- 22).

Jesús restaura nuestra comunión con Dios, y nos promete que al partir de este mundo volveremos al Edén del que fuimos expulsados.

Mi estimado lector, Si el hijo de Dios no  hubiera nacido, todos los hombres estaríamos bajo la maldición de la muerte, condenados a vagar por la eternidad, lejos de la gloria de la gloria del Padre y bajo el ardor de su ira  por el pecado.

Pero en Jesús tenemos esperanza de reconciliarnos con el Creador y regresar al Edén, aunque esta esperanza es solo para aquellos que creen en Él, como su Señor y Salvador.

Edward Andrés Díaz Reina
Comunicador Social y periodista
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