¿QUÉ DEBO HACER PARA SER SALVO?

Las obras de la fe.

Edward Andrés Díaz Reina

La gran pregunta que muchos nos hemos hecho en algún momento es ¿Qué debo hacer para ser salvo? La respuesta de la tradición cristiana es “tener fe y hacer buenas obras”.

La respuesta judía a esta pregunta sería: “Cumplir toda la ley de Dios”. Y la respuesta de los judaizantes en la época del apóstol Pablo era “Creer en Cristo, circuncidarse, guardar el shabat y las fiestas de la ley”.

Ante la confusión doctrinal que había en las iglesias de galaxia por culpa de los judaizantes, Pablo escribe su famosa carta a los Gálatas, defendiendo que la salvación es sólo por la fe, sin necesidad de las obras de la ley, por eso en el capítulo dos dice:

Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a circuncidarse; y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros. (Gálatas 2: 3-5)

En el contexto del pasaje, el apóstol habla de un viaje hecho a Jerusalén para exponer a Pedro, Juan y Santiago, el hermano del Señor, la doctrina que él predicaba entre los gentiles, es decir, los no judíos. Y menciona que, en esa visita, Tito, su acompañante griego, NO FUE OBLIGADO A CIRCUNCIDAR.  Así deja claro que la circuncisión no es necesaria para la salvación y mucho menos la ley.

Someternos a la ley y la circuncisión como requisito para salvación es rechazar la libertad que Cristo nos dio.

Te preguntarás ¿Qué libertad? Libertad de la Ley de Dios, dada al pueblo de Israel por medio de Moisés.

Para poder estar en la presencia del Padre, y gozar de las mieles que ofrece el paraíso, nuestra tierra prometida, debemos cumplir la ley de Dios. El problema es que para poder cumplirla debemos ser santos, y nosotros somos pecadores. Por consiguiente, merecedores del castigo eterno que ella demanda a todo aquel que la incumple.

Por tanto, necesitamos un sustituto que cumpla la ley por nosotros. Jesús es ese sustituto. Al ser santo ganó justicia por mano propia y por gracia nos la regala (Romanos 5:17). Por tanto, cuando el Padre nos ve, ve a Cristo y su justicia perfecta.

Esa es la libertad que tenemos en Cristo, la cual menciona Pablo en el pasaje citado.

Ya no tenemos que circuncidarnos, ni someternos a la ley, ni hacer ninguna obra para ser salvos.

Para nuestra salvación solo necesitamos a Cristo. Esa es “la verdad del evangelio que debe permanecer con vosotros” (Galas 2:5)

Mi estimado lector, la herejía de los judaizantes en el tiempo de Pablo sigue vigente hoy en las iglesias, aunque se ha transformado. Hoy no se habla de circuncisión y de cumplir la ley, pero le dicen al creyente que para ser salvo debe tener fe y hacer buenas obras, o portarse bien.

No te confundas. Las únicas buenas obras que Dios acepta son las del Hijo. Nosotros no debemos hacer obras para la salvación. Somos salvos solamente por la fe en Jesús. Y la fe no es una obra, es un don que Dios nos da (Efesios 2:8-9)

Edward Andrés Díaz Reina
Comunicador Social y periodista
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