Las Estrategias de los Jóvenes para Llegar al Poder: Nuevas Formas de Hacer Política

El proceso juvenil que funciona, ha llevado del activismo político a escenarios de toma de decisiones.
Dahian García Covaleda Consejera M/Pal de Juventudes
El trabajo social, entendido como una práctica que busca promover la justicia social, la igualdad y el bienestar colectivo, se ha convertido en una herramienta fundamental para los jóvenes que aspiran a tener un impacto en el ámbito político. En un contexto donde las estructuras políticas tradicionales pueden parecer inaccesibles o ajenas a las necesidades y preocupaciones de las nuevas generaciones, el trabajo social emerge como una estrategia crucial para conectar a los jóvenes con los espacios de poder.
El actual concejal Andrés Zambrano, al igual que otros jóvenes políticos de su generación, comenzó su activismo en el movimiento estudiantil, donde el trabajo social era el motor que impulsaba sus acciones. Desde sus primeros años de participación política, el concejal Zambrano siempre mostró una profunda preocupación por las necesidades de su comunidad, especialmente por los niños de la zona rural. Recuerdo una de sus iniciativas más representativas: un bingo que organizaba con el propósito de llevar acciones sociales a esos niños, una actividad que, aunque sencilla en apariencia, reflejaba su convicción de que la política debe estar al servicio de la gente.
Este tipo de iniciativas marcó el inicio de su acercamiento a la política, convirtiéndolo en un rostro familiar dentro de su comunidad. Lo mismo ocurrió con otros jóvenes como el actual presidente del concejo municipal Camilo Acevedo y el concejal Julián Serna, quienes también comenzaron a involucrarse en procesos comunitarios con un enfoque social. En lugar de seguir los caminos convencionales de la política tradicional, estos jóvenes decidieron conectar con la gente a través de acciones cotidianas y accesibles para todos. Pintar una cuadra, organizar un sancocho comunitario o jugar partidos de fútbol con los vecinos no eran, en principio, actividades típicamente asociadas al ámbito político, pero, para ellos, eran espacios para dialogar, escuchar y construir juntos.
Estas prácticas nos demuestran que las formas de hacer política han cambiado. Hoy en día, los jóvenes políticos están rompiendo con la rigidez de los métodos tradicionales y están demostrando que, para generar un impacto real, la política debe ser cercana a la gente, debe ser inclusiva y debe estar basada en la acción social. No basta con discursos o promesas vacías; lo que importa son las acciones concretas que demuestran el compromiso real con la comunidad.
Los procesos juveniles sí tienen resultados. A través de su participación en el trabajo social, los jóvenes han logrado posicionarse en espacios de poder, llevando consigo una visión fresca y renovada de lo que debe ser la política. Son ellos, con sus experiencias y sus raíces en el trabajo comunitario, quienes hoy dan ejemplo de que la política no tiene que ser distante ni desconectada de las realidades de las personas. Al contrario, deben ser los jóvenes quienes lideren los cambios, con el trabajo social como su bandera, porque en este tipo de iniciativas está el verdadero poder para transformar la sociedad.
El caso de Andrés Zambrano, Camilo Acevedo y Julián Serna, entre otros, es una muestra palpable de cómo los procesos juveniles no solo son una alternativa válida, sino que son una necesidad para la renovación de la política. Ellos han logrado demostrar, con hechos y no solo con palabras, que la política puede ser un espacio de cercanía, de acción real y de transformación. Y al hacerlo, se han ganado un lugar importante en la política de Ibagué, “dejando claro que el trabajo social no es solo una estrategia, sino una forma de vivir la política.”