¿Aprueba Dios tu pereza?

Perspectiva bíblica de la pereza y la diligencia
Edward Diaz
En la vida hay dos tipos de personas: los perezosos y los diligentes. Los primeros son aquellos que desean muchas cosas: dinero, riquezas, trabajo, etc., pero nada consiguen, porque no hacen lo necesario para obtenerlo. Todo lo contrario son los segundos. Estos son laboriosos. Se esmeran por conseguir lo que se proponen o desean.
Sobre estos dos tipos de personas, la Biblia dice lo siguiente: “El alma del perezoso desea, y nada alcanza; más el alma de los diligentes será prosperada”(Proverbios 13:4).
A Dios le agradan las personas diligentes, por eso los premia concediéndoles aquello por lo cual trabajan. Pero no es igual con los perezosos. A Él le molesta la pereza. Por eso, los hijos de Dios (hijos por adopción, gracias a la muerte de Cristo) debemos esforzarnos por ser diligentes y no perezosos, en especial en las cosas espirituales.
Los cristianos debemos ser un ejemplo de diligencia, eficacia, y esmero en nuestro trabajo y en todas las áreas de la vida. En la espiritual es donde debemos actuar con mayor diligencia y usar con eficiencia las herramientas que Dios da para luchar contra nuestro pecado como: la oración, la comunión con los hermanos en la fe, la lectura, meditación y estudio de las escrituras, así como la exposición a la predicación de la Palabra, entre otras que nos ayudarán a avanzar en nuestro proceso de santificación, para la gloria de Dios Padre.
Mi estimado lector, si usted se considera un hijo de Dios, y su fe está puesta en la obra redentora de Jesús en la cruz, por favor esmérese por ser ejemplo de diligencia, en el área espiritual y en todas las áreas de su vida.
Comunicador Social y periodista
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