Corpus Cristi; pan de vida eterna.

“Que nadie diga, pues, que la eucaristía existe solo para ser comida y no para ser contemplada. No se trata de un pan ordinario, es el pan de vida”.
Por. José Álvaro Cardozo Salas.
Hoy domingo celebramos la solemnidad del Corpus Cristi, esta fiesta es mi preferida, por encima de muchas otras que tiene nuestra Santa Madre Iglesia, les cuento la historia de esta fiesta; ella surgió en la Edad Media, cuando en 1208 la religiosa Juliana de Cornillon promueve la idea de celebrar una festividad en honor al Cuerpo y la Sangre de Cristo presente en la Eucaristía. Fue el obispo de Lieja, Roberto de Torote, quien, acogiéndose a su potestad para instituir fiestas en su diócesis, ordenó en 1246, que se celebrara la del Corpus Christi a partir del siguiente año, señalando para su celebración el jueves siguiente a la octava de Pentecostés. Todo esto quedó recogido documentalmente en Binterim (Denkwürdigkeiten). Así, se celebra por primera vez en 1247 en la diócesis de Lieja (Bélgica).
Pero en 1263 mientras un sacerdote celebraba la misa en la iglesia de la localidad de Bolsena (Italia), al romper la Hostia consagrada brotó Sangre, según la tradición. Este hecho, muy difundido y celebrado, dio un impulso definitivo al establecimiento como fiesta litúrgica del Corpus Christi. Fue instituida el 8 de septiembre de 1264 por el papa Urbano IV, mediante la bula Transiturus de hoc mundo. A Santo Tomás de Aquino se le encargó preparar los textos para el Oficio y Misa propia del día, que incluye himnos y secuencias, como Pange Lingua (y su parte final Tantum Ergo), Lauda Sion, Panis angelicus, Adoro te devote o Verbum Supernum Prodiens.
En el Concilio de Vienne de 1311, el papa Clemente V dará las normas para regular el cortejo procesional en el interior de los templos e incluso indicará el lugar que deberán ocupar las autoridades que quisieran añadirse al desfile.
En el año 1316, Juan XXII introduce la Octava con exposición del Santísimo Sacramento. Pero el gran espaldarazo vendrá dado por el papa Nicolás V, cuando en la festividad del Corpus Christi del año 1447, sale procesionalmente con la Hostia Santa por las calles de Roma.
Muchos milagros eucarísticos se han hecho manifiestos a lo largo de la historia de la iglesia, hay mas de 106 registrados en distintos sitios del mundo, el Beato Carlo Acutis se tomo el trabajo de recopilarlos en unos afiches de una manera hermosa, pueden visitarlos en la página http://www.miracolieucaristici.orga mí me gustan todos, el de Tumaco en Colombia, Saltaren en Portugal, pero mas que referirme a ellos con detenimiento, como lo hace en sus conferencias el Dr. Ricardo Castañón quien soporta a la luz de la ciencia cada detalle de los cortes de las hostias sangrantes, verdaderamente sorprendente ver las células que se mueven después de siglos de estas manifestaciones, o los indicios que son cartílago de corazón humano, en fin.
Lo que quiero reflexionar hoy es que en cada misa ocurre el milagro eucarístico, en cada misa hay sanación, en cada misa se repite una y otra vez la promesa de Jesús de quedarse con nosotros todos los días hasta el fin de los tiempos, ¡SI¡ admiro los milagros, pero mi fe sobrepone ver hostias sangrantes o vinos coagulados que son la misma sangre del redentor, creo firmemente que se queda presente en la hostia de todos los sacerdotes católicos del mundo consagran con sus manos. Lo importante es el hecho de quedarse con nosotros, en nosotros y para nosotros, por eso cuando vengas a la adoración, pon a un lado toda la ansiedad y cuidado de los tuyos y deja que sea el Espíritu Santo de Dios que te de una oración, que se dé del corazón eucarístico de Jesús al padre celestial.
Por eso la vía para la santidad es el camino de la amistad con Jesús eucaristía, que se ha quedado como comida, como Dios, como hermano, y compañero de vida, por él y para él vivimos y por él existimos. Así que si vas a la misa te encontraras con esta fiesta, pasa un ratico al sagrario, salúdalo, adórale, déjate ver por él y dile “Vengo a reportarme” seguro que cuando estes en el duro y definitivo transito de la vida a la muerte; él también se hará presente y te dirá “soy Jesús y vine a reportarme”. Que nadie diga, pues, que la eucaristía existe solo para ser comida y no para ser contemplada. No se trata de un pan ordinario, es el pan de vida, por eso la comunión solo alcanza un autentico grado de profundidad en el momento en que haya justificación y contexto en la adoración.
La presencia eucarística en el sagrario no tiene por que dar lugar a una interpretación contraria a la eucaristía celebrada, significa, por el contrario, su plena realización, Jesús vino a quedarse con nosotros, aprovechemos su compañía, y permanencia eucarística.