Cuando una mascota fallece: consejos de profesionales para superar el dolor

Para superar la perdida, hay que pasar todas las etapas
Integrar una mascota en la familia es un evento determinante en el funcionamiento de esta, pues condiciona el comportamiento de todos los integrantes. Sin duda, el animal de compañía es considerado un miembro más del núcleo familiar, como si de un ser humano se tratara.
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Esa inclinación hace que muchos tutores deseen que sus animales tengan una larga vida. Pero no es así. Según cifras del DANE, en Colombia la esperanza de vida es de 80 años para las mujeres y 73,7 años para los hombres, mientras que las mascotas viven en promedio 12 años, confirma el veterinario Henry Cortés.
Su muerte causa dolor, vacío y quiebra la rutina de la familia; por tanto, es clave reconocer e iniciar un proceso de duelo.
Estas son las Etapas
Negación
Se caracteriza por el trauma que causa enfrentarse de primera mano con la muerte. Hay una particularidad en mascotas con enfermedades terminales, cuyos dueños intentan alternativas medicinales que a la larga solo prolongan el dolor del animal, explica la psicóloga Naylú Vergel. Esto es un duelo prematuro, que inicia desde antes de la pérdida, y se caracteriza por ser un momento en el que no hay paces con la enfermedad.
Culpa
Cuando ocurre la muerte de alguien cercano, las personas buscan razones para soluciones que ya no pueden llevarse a cabo, con el ánimo de no verse cara a cara con el dolor. El veterinario Cortés cuenta que aquí surgen preguntas como: “¿Por qué lo llevé a ese veterinario? o ¿por qué acudí a la eutanasia?”.
Rabia o ira
Desde la psicología, se define como una máscara del dolor y se argumenta en la baja tolerancia a la frustración. Para Vergel, es recomendable aprender a abrazar al dolor, aceptar que esa es la realidad y no hay nada por hacer, aunque puede ser difícil de vislumbrarlo mientras la rabia está presente.
Tristeza
Es una emoción completamente natural, eso es lo primero que se debe admitir ante una pérdida tan importante, para así no acercarse a cuadros depresivos porque sería algo patológico. Algunas de las señales de alerta son cuando alguien pasa semanas en las que no se levanta de la cama, no quiere socializar o demuestra desinterés en actividades diarias.
Negociación
Se distingue por ser la etapa en la que hay una posición de resignación frente a la muerte. El tutor de se dice a sí mismo que el sufrimiento debe mitigarse, de igual manera, se reconcilia con una nueva rutina donde el animal está ausente.
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Aceptación
Corresponde a la resiliencia o “capacidad de volver a la normalidad luego de un evento traumático”, define la profesional en psicología Vergel. Consiste en comprender que la cotidianidad tiene contrastes como la vida o la muerte, las cuales deben coexistir.
El proceso de duelo no es lineal, advierte Cortés, Cuenta que ha tenido casos de que saltan etapas o que, al contrario, se estancan en una. Con situaciones así, recomienda ayuda psicológica porque puede tratarse de duelos patológicos, casos muy específicos cuando el dolor se ha prolongado por más de un año. Tener en consideración que un duelo dura en promedio tres a seis meses, máximo doce.
Para superar la perdida, hay que pasar todas las etapas
No hay una fórmula mágica que asegure la superación instantánea del duelo. Cortés narra que, en los cementerios, hay mascotas enterradas desde hace cinco o diez años, cuyos dueños, continúan visitándolos porque son casos especiales en los que el animal de compañía significó mucho para su dueño debido a que, quizás fue un regalo de un allegado que falleció. Para hechos de esa magnitud, lo que se aconseja es ver con agradecimiento el cariño que entregó el animal.
Otro consejo es establecer una red de apoyo, constituida por personas cercanas en las que se pueda confiar el dolor sin vergüenza alguna. Normalmente son familiares o mejores amigos. No comunicar la tristeza es un detonante de malas prácticas durante el duelo que desencadena cuadros depresivos.
Al morir una mascota, los dueños suelen expresar que no van a tener más. Pero Cortés y Vergel coinciden en que “no hay que cerrar el corazón” ante una nueva oportunidad. La psicóloga comprende que es similar a casos de rupturas amorosas, donde es común escuchar “yo no vuelvo a tener pareja” o “no me vuelvo a enamorar”, pero la verdad es otra. “La gente vuelve a tener pareja, se enamora de nuevo, así como deciden finalmente, adoptar de nuevo a un animal de compañía”, expresa Vergel. Se conecta con la idea que explica Cortés de que todo en la vida es cíclico y que, a su vez, cada ser vivo se encuentra de paso.
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