DIME CON QUIEN ANDAS

LAS AMISTADES
Edward Andrés Díaz Reina
¿Has oído decir: dime con quién andas y te diré quién eres? Este dicho popular, propio de nuestras madres, incluso de nuestras abuelas, tiene mucha razón. Las personas con las que nos juntamos influyen de manera positiva o negativa en nuestra forma de pensar y de actuar.
Algunos autores como Robert Kiyosaki, entre otros autores de autoayuda y generación de riqueza, respaldan lo que he dicho. Ellos afirman “Si te juntas con dos ricos, el tercero serás tú”, porque adoptarás la forma de pensar y de actuar de ellos. Por eso estas personas también recomiendan que te unas a personas que han logrado aquello que tú quieras lograr, sin importar lo que esto sea.
¿A qué se debe esto? A las neuronas espejo. La neurociencia nos dice sobre esto que nuestro cerebro también aprende imitando lo que ve. Por eso es importante que los padres cuiden el ejemplo que dan a sus hijos, para que estos imiten lo mejor de ellos y no lo peor.
Nuestro creador, quien nos conoce mejor que nosotros mismos, adelantando a los neurocientíficos y a los escritores de superación personal, nos recomienda tener cuidado de las compañías, por eso dice en proverbios: “El que anda con sabios, sabio será; más el que se junta con necios será quebrantado” (Proverbios 13:20).
Porque el que se junta con necios, impíos y pecadores, terminará imitándolos y junto con ellos será quebrantado por la ira de Dios.
Por eso, una de las constantes recomendaciones de las escrituras y del libro de proverbios es a alejarse de los impíos y pecadores (Proverbios 3:31; 4:14 – 19, 27), buscar la compañía de los creyentes y no dejar de congregarse (hebreos 10: 25). De esta forma la fe es avivada, y los corazones motivados a luchar contra el pecado y a comportarse dignamente delante del Señor.
Recuerde mi estimado lector: “El que camina con sabios, sabio será” y lo más probable es que con junto con ellos herede la vida eterna.
Aunque la salvación no es un premio por el buen comportamiento, es un regalo inmerecido, producto de la Gracia y el Amor de Dios en la persona de Cristo, quien se ofreció como el sacrificio por nuestros pecados.
Las buenas obras son el resultado o la evidencia visible de aquel que ha sido salvado.
El llamado constante de las escrituras al buen comportamiento y a alejarse de las malas compañías es para estimularnos a hacer lo bueno. El Espíritu Santo actúa por medio de ese estímulo en aquellos que ya han sido salvados, para que abandonen sus malas prácticas y se alejen de las malas compañías.
Por eso mi estimado lector confío en que Dios hará la obra en ti y te alejará de las malas compañías y de todo lo que te puede incentivar a hacer lo malo delante de sus ojos.
Edward Andrés Díaz Reina
Comunicador Social y periodista
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