El arte sagrado de abandonarse.

“Ese momento, tan temido y tan sagrado, es el abandono. No como derrota, sino como acto supremo de confianza”.

Por. José Álvaro Cardozo Salas.

Hay un momento en el alma donde ya no se lucha, donde el ruido cede, donde la voluntad se arrodilla, y el corazón, sin defensas, se deja caer en Dios. No como resignación, sino como entrega amorosa a un misterio que nos envuelve y sostiene. Esta pascua no se trata solo de ayunar del pan. Es hora de ayunar del control, del miedo, del ego, y permitir que Dios sea Dios en nosotros. Entrar en la pascua es adentrarse en el desierto, no para perdernos, sino para reencontrarnos en las manos del Padre. Y cuando ya no queda nada que podamos ofrecer…le entregamos lo más sagrado: nuestra libertad, nuestra historia, nuestro ser.

Ahí comienza el verdadero milagro: cuando ya no queremos que Dios haga lo que queremos, sino que se haga en nosotros su voluntad amorosa y misteriosa, aunque no la comprendamos. El alma que se abandona… vuela. Porque solo el que se suelta del todo puede ser sostenido por el todo. Reza esta oración como quien se desnuda ante el Amor. No digas las palabras: habítalas. Deja que el Espíritu las inhale contigo. Y deja que, en el silencio, el Padre te abrace. Cuando todo parecía que moría con Jesús en la cruz, cuando todas las esperanzas se han perdido, cundo el sepulcro ya esta vacío viene lo inexplicable, la resurrección; la nueva vida, la gran apuesta del maestro por vencer la muerte que tanto tememos, cuando Jesús decide abandonarse a la voluntad divina es cuando el cielo abre sus puertas para que suba el verbo encarnado en el glorioso espíritu; libre de las ataduras de la muerte, libre de los juicios temerarios de sus verdugos, de la hipocresía de los fariseos, de todo lo que nos limita para ser perfectos y felices. El abandono de por si es el gran paso a la libertad del alma, y condensa en su profundo misterio el secreto de la santidad.

Al leer, meditar y hacer vida la oración del abandono de san Carlos de Foucauld, entendemos la dimensión de la grandeza del maestro, que, abandonado en la cruz, nos dio la vida, nos configuro no solo como hijos, sino que al vencer la muerte nos dio vida eterna, también participamos deesa resurrección a la vida eterna.

Meditémosla:

Padre, me pongo en tus manos,

has de mi lo que quieras, sea lo que sea

te doy las gracias, lo acepto todo

con tal que tu voluntad se cumpla en mi

y en todas tus creaturas,

no deseo nada más padre,

no deseo nada más, yo te ofrezco mi alma

y te la doy con todo el amor de que soy capaz,

porque deseo darme, sin medida, con infinita confianza

porque tú eres mi padre. Amen.

Mañana daremos inicio a la octava de pascua, un domingo de resurrección extendido por 7 días, un dulce que no queremos que termine, una eterna fiesta porque cristo venció la muerte y ya no tiene poder sobre nosotros.

La Resurrección es un mensaje de vida para la existencia humana. La muerte fue vencida definitivamente por la cruz y por eso hizo irrupción un gran sentido en nuestra vida, que cada año al conmemorar estas fiestas pascuales, retumban en nuestros oídos y en los corazones, recordándonos una y otra vez el amor incondicional de un Dios que nos amó al extremo, tanto que nos ofrendo a su propio hijo para salvarnos.

La Resurrección no es un mito del que se pueda decir que «nunca sucedió y sin embargo existe» es real, es todo un misterio de amor, que nos mantiene con vida y renueva nuestra fe, que gracias a estos hechos de hace más de 2000 años se hacen vida en nuestras vidas, felices pascuas.