EL JUSTO AL MORIR SERÁ PREMIADO

Tanto el impío como el justo morirá
Ewduard Andres Diaz
Enfermaron al tiempo el abuelo Pedro, y doña Eulalia, la lengua viperina de la comunidad. Fueron llevados al mismo hospital, y les asignaron la misma habitación. Los diagnósticos eran graves. Distintos males los aquejaba, y se batían entre la vida y la muerte. Después de varios días murieron. Primero el abuelo, y al día siguiente doña Eulalia.
Eugenia, la hermana de Eulalia, arribó tan pronto pudo. Lamentablemente, no alcanzó a ver a su hermana. Lloró amargamente por el destino eterno de aquella alma. Cuando vio a la familia del abuelo, Pedro se acercó para expresar sus condolencias.
Pablo, Esteban, hijo mayor del abuelo; Fabián, el menor; Sara, esposa de Esteban, y Nohora, el amor platónico del anciano. Todos lamentaban inconsolablemente el deceso de Pedro cuando se acercó Eugenia.
-— Me permiten —interrumpió la mujer con voz tímida —Es un momento difícil, lo sé, pero ustedes tienen él gozó de saber que él era un hombre de Dios. Y como dice Proverbios 11:18: “El impío hace obra falsa; más el que siembra justicia tendrá galardón firme”. Lo conocí poco, pero fue suficiente para saber que él sembró justicia, vivió para Cristo y peleó la batalla de la fe hasta el final. Solo le resta recibir el galardón. Consuélense en que él está en el mejor lugar, hagan lo que yo no puedo hacer. Mi hermana vivió para sí misma, y sembró odios y rencores, obras falsas que ahora de nada le sirven.
Mientras ella aún hablaba, Pablo, aturdido por el dolor, cerró sus ojos para escapar de la realidad. Cuando los abrió de nuevo estaba en su cuarto, se miró y aún tenía puesta la pijama. Rápidamente, se paró y fue corriendo al cuarto del abuelo, quien acababa de levantarse, al verlo se le abalanzó al cuello y sin soltarlo le contó lo que había soñado, porque todo había sido solo un sueño.
—Ja, ja, ja muchacho tonto —dijo Pedro al enterarse de todo —Pero prométeme algo. El día que realmente me muera, no te vas a poner triste. Alégrate porque estaré en la presencia de Dios recibiendo mi galardón.
Mi estimado lector esfuérzate en vivir para Cristo, solo él es el camino al Padre y a la vida eterna.