El Manacacias y sus encantos.

“Vengan y miren donde vivo decía el señor” y ustedes con sus propios ojos tómense una idea que es vivir en comunidad como lo pide el señor Jesús, aquí los espero. 

Por. José Álvaro Cardozo Salas.

Para los que no conozcan este nombre es el de un rio de los llanos orientales en el departamento del Meta y que nace en la serranía de Manacacias ubicada en el municipio de San Martin, es un rio hermoso, amplio, que aún se navega con grandes planchones y barcos de turismo que llevan, alimentos, insumos, ganado, y una economía muy dinámica y creciente, hoy la ciudad que le aprovecha al máximo es Puerto Gaitán, desde hace unos 15 años vengo por esta tierras, a trabajar la agronomía, administrar aguaceros, deparar soles, y contemplar amaneceres y caídas de sol que son únicas en el país, semejantes y aun mejores que los atardeceres de las costas que son bellísimos. En cuanto a la vida de iglesia es un vicariato apostólico de puerto Gaitán, eclesialmente esto pertenecía a la arquidiócesis de Villavicencio, ahora tiene su propio obispo Ms Raúl Alfonso Carrillo Martínez desde el año 2016, le ha tocado una tarea bien particular ya que el 70% de la población es de origen indígena Guahibos, Piapocos, Salibas, entre otros un 20% de colonos y un 10% restante es catira o llanero criollo. Este vicariato cubre los departamentos de Meta y Vichada tiene 12 parroquias constituidas, varios centros pastorales y misioneros como la misión Cumaribo que es el municipio mas grande de Colombia, en extensión abarca 8 veces la superficie de Suiza.

Digo que ha sido difícil porque recién llegado el obispo vino un sacerdote de la diòcesis de Zipaquirá a ayudarle que resulto ser amigo de quien les escribe, una tarde me invito a una reunión con un grupo de indígenas 40 para ser mas exactos, y como “gancho” para que asistieran a la reunión, un mercado, un sándwich, y la santa misa, acudieron muy puntuales, la primera parte era la misa, a la cual acudieron sin el más mínimo respeto, los niños jugando y corriendo por todo el interior del templo, las mamas charlando y los hombres distraídos, litúrgicamente un terrible sacrilegio, quien sabe a la luz de las pastorales como se manejen estos temas, seguida la eucaristía pasamos al salón parroquial se les repartió lo prometido, el padre quería un espacio para que habláramos, compartiéramos, pero a mercado repartido, indiecito ido. Me explicó el padre luego que se fueron que era un territorio sin trabajo pastoral, muchos de los sacerdotes que llegaban a estas zonas venían al destierro por algún inconveniente, y no se inmutaban por catequizar ni conquistar las almas para el señor.

Si usted que lee esto quiere venir trabajar para Cristo, este es el sitio, esta a 3 horas de Villavicencio y a 7 de Bogotá, pueden venir en grupos a la semana santa y harían un gran aporte, hay buenos hoteles, carreteras pavimentadas y el obispo es siempre abierto a los que quieran servir, los Emaús que desean irradiar lo recibido, vénganse para acá.