LA PRUDENCIA

El prudente evita males.

Edward Andrés Díaz Reina

Hay personas prudentes para hablar, pero hay otras que no le ponen freno a su lengua, que no reflexionan antes de pronunciar palabra, tampoco escuchan. Simplemente hablan, y eso, muchas veces, los mete en infinidad de problemas.

Lamentablemente, algunos creyentes son como estas personas. No frenan su lengua. Ellos deben recordar lo que dice el proverbio: “El que guarda su boca guarda su alma, mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad”. Proverbios 13:3

El sabio, y el buen creyente, es prudente. Piensa, analiza, reflexiona si es momento de hablar, de callar o si es mejor decirlo cuando los ánimos estén calmados, porque quizás lo que se esté por comentar puede encender de nuevo la llama de la ira.

El cristiano no es una persona incendiaria, no va sembrando conflictos, ni creando discordia. Todo lo contrario. Procura mantener la paz con todos.

Esto no significa que debe quedarse callado. Está en la obligación moral de señalar el pecado, lo que está mal, y decir lo que no gusta. Pero debe hacerlo de la mejor manera, en el tiempo propicio, y apoyado en la verdad de las escrituras.

Por tanto, mi estimado lector, póngale freno a su lengua, sea prudente, así se ahorrará problemas y evitará la calamidad. 

Edward Andrés Díaz Reina
Comunicador Social y periodista
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