Los papas tesoro de la humanidad (segunda parte)

Como les escribí en el artículo de la semana pasada sobre los Papas, ahora me voy con dos maravillosos seres humanos: Pio XII y Juan XXIII.

Por. José Álvaro Cardozo Salas

De Pio XII (Eugenio Pacelli 1939-1958) a este papa le tocó pasar una prueba bastante amarga con la segunda guerra mundial de la cual se le acusó injustamente por favorecer a los nazis, cuando en realidad se han estado publicando documentos secretos que este prelado salvó miles de almas judías del exterminio a manos de Adolfo Hitler, hoy quiero referirme a él con un hecho sorprendente, y este sucedió cuando proclamó el dogma de la asunción de la virgen María a los cielos; también autorizó a realizar excavaciones debajo del altar mayor de la basílica de San Pedro, descubriendo los restos del mismo Pedro, el primer papa de la iglesia Católica.

Esto tiene una curiosa historia con un plan de Bruno Cornacchiola un adventista que escribió en contra de los dogmas marianos y que quiso asesinar al papa; nuestra Señora se aparece en un sitio llamado Tre Fontane, o las Tres Fuentes a las afueras de Roma, justo donde fue decapitado San Pablo. Bruno tendrá la misión de decirle al papa Pio XII que a petición de la Virgen debe proclamar el dogma de la asunción de ella a los cielos. 20 años antes de este acontecimiento la Virgen con otra vidente le pide buscar a una hermana de claustro en Roma que tiene un hermano cardenal (Pacceli) que va a ser el papa y que tiene la misión de proclamar este dogma, así mismo cuando se realizó el conclave de su elección, Pacelli ya sabía que iba a ser el elegido.

Pio XII proclamaría este dogma el 1 de noviembre de 1950 por medio de la Constitución Munificentissimus Deus decretando como solemnidad el día 15 de agosto para su celebración en el calendario litúrgico, será este un dogma de mucha belleza para la iglesia y para la iglesia católica. Pio XII era un papa muy sabio, y estudiado, al morir en 1958 dejó un gran vacío a la iglesia pues se debía buscar un sucesor de la talla del papa fallecido; el Espíritu Santo traería otros vientos, otras buenas nuevas, en el conclave para elegir al sucesor de Pio XII y buscando un papa de transición, fue elegido Juan XXIII (Ángelo Roncalli 1958-1963) este papa una vez elegido por sus hermanos cardenales como es tradición baja a la tumba de Pedro y después de orar y consagrar su ministerio le dice a su secretario “quiero hacer el concilio ecuménico” la noticia fue una verdadera bomba, concilio que inauguraría pero que no terminó, un cáncer de estómago se lo llevaría más rápido de lo esperado, murió en pleno inicio del concilio.

Tengo amigos religiosos que vivieron en Roma para esa época, y describen aquel tiempo como inolvidable; este “papa bueno” como se le conocía, le gustaba andar por la calle como cualquier parroquiano cercano a las personas, con frecuencia burlaba la seguridad personal y buscaba a sus amigos, pasaba por las pastelerías a tomarse un bocado con alguna bebida caliente, las anécdotas son muchas. Por ejemplo, un día de regreso al Vaticano, le preguntó a su conductor por qué de su cara de preocupación, él le comenta que su esposa esta muy enferma, el papa sin dudarlo le dice: ven vamos a visitarla, imposible; responde el chofer, vivo en un barrio muy pobre y me da pena llevarlo a ese sitio, el Papa insiste, y a este no le queda más que obedecer; la esposa casi muere, pero del susto al ver en su lecho de enferma al mismo papa orando por ella.

Estos dos papas tuvieron misiones muy distintas, cada uno en su tiempo e historia de la salvación, la inteligencia de Pio XII, con la gran misión de la proclamación del dogma a la virgen María, y la de Juan XXIII al dar inicio al Concilio Vaticano II, su aspecto bonachón dio un gran cambio a la iglesia; los dos abrieron las ventanas de la iglesia y un aire fresco del Espíritu Santo daría un viraje importante, que hoy, después de 60 años seguimos disfrutando de ese cambio.

Gracias a lo acontecido y a los papas que siguieron: Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, la Iglesia se ha mantenido fiel a Jesucristo y a su legado de amor por todos los que la amamos y deseamos un mundo más justo, al estilo del evangelio de Jesús.