Sueños que transforman.

“San José es el perfecto hombre a imitar, no solo por lo que hizo, también por lo que irradia, en la dimensión del amor contemplativo de Jesús eucaristía”

Por. José Álvaro Cardozo Salas.

Continuando con la reflexión sobre el adviento y la navidad, el otro protagonista es San José, este hombre judío, descendiente del rey David y que de él conocemos más bien poco, y es curioso porque afirmamos que nunca habla o se refieren de él en los evangelios, pero yo que pienso que es el que más habla, el que nos revela el plan de Dios. Arranquemos por el evangelista Mateo (1, 1-25) nos menciona que Dios le hablaba en sueños, y entonces ¿Cómo se entera Mateo de eso?, pues el mismo José se lo cuenta a nuestra señora, y ella guarda cuidadosamente estas cosas en su corazón y meditaba acerca de ellas (Luc 2, 19) lo que Dios les iba mostrando, desde la anunciación, la huida a Egipto y luego el regreso, y quien sabe cuántas cosas no le habrá instruido y que no quedaron registrados en estos libros.

Cuando le contemplo me surgen varias preguntas; ¿Cómo encajar, esta figura de un hombre tan santo, aparentemente tan inalcanzable, para un mortal como nosotros?, ¿cómo enfilar las baterías, a imitar un matrimonio como este, modelo de todos los matrimonios, con la enseñanza de trabajar, en silencio, en el anonimato?, ¿Cómo asumir actos heroicos, de caridad, aceptando tantas limitaciones, en las familias de hoy? gran mérito será el nuestro, si entonces somos capaces de bendecir al señor y permanecer desconocidos. Esta mirada, somera y sencilla, a las actitudes de la Virgen María, y del patriarca José, puestos ante el misterio inefable, permite descubrir en ellos, un acervo admirable de virtudes ejemplares, que deben cultivarse en el hogar cristiano, hoy y siempre, y con las cuales nuestras familias se acercarían, un poco, a ese modelo inigualado, del hogar de Nazaret. Necesitamos aprender de san José a ser prudentes en el actuar, buscar siempre el bien de la otra persona y no solo nuestro propio bien, necesitamos redescubrir los auténticos valores del servicio, del respeto, de la acogida, del darse al otro y desechar el resentimiento, el egoísmo, la venganza.

Cada familia hoy, debe entender, que la perfección, es un hecho consumado, es un camino, una tarea, un combate cotidiano. Pensemos, no solo en la perfección física. Qué bueno sería, que en nuestras familias comprendiéramos, que la perfección de la juventud, no es la misma perfección de la edad madura, cada edad tiene su gracia, pero también tiene sus limitaciones, y defectos. Insistamos, una vez más, en la santidad y/o perfección de la familia de Nazaret, como modelo de las familias de hoy. El silencio de la familia de Nazaret, permite a José y María, escuchar a Dios, que se manifiesta, a María a través del ángel, y a José por medio de los sueños; ambos acontecimientos, necesitan de silencio, para escuchar el querer de Dios, en relación con cada uno de ellos, y con la familia como un todo. Bueno son muchas las tareas, ponerles atención a los sueños y que Dios se vale de todo para comunicarse con nosotros, de cualquier acontecimiento, en una fresca brisa, un bello atardecer, de la lluvia, de su palabra que nos llena de sabiduría, aprendamos de José que supo interpretar y ser dócil a la voz del creador. Que, en esta navidad, Dios transforme nuestro corazón y nos prepare para anunciar la buena nueva, renueve nuestras vidas y nos transforme de dentro hacia fuera, para recibirlo con un corazón lleno de amor.