TENEMOS UN ALTAR

LA SUPERIORIDAD DEL SACRIFICIO DE CRISTO.
Edward Andrés Díaz Reina
¿Sabías que hoy algunas religiones, diciendo ser cristianas, visten altares sobre los cuales cada semana sacrifican de nuevo al Mesías? Esta práctica viene de la tradición judía. El penitente debía, con frecuencia, hacer memoria de sus pecados y ofrecer sobre el altar un cordero en sacrificio para expiar sus culpas. Pero cuando Cristo murió por los pecados de su pueblo, dicha práctica de sacrificios dejó de tener vigencia.
El altar y todo el sistema de sacrificios judío fueron instituidos por Dios, como símbolo, representación y enseñanza visible de la obra que haría Jesús. Por eso, llegado el Mesías y habiendo muerto en la cruz, el altar y el ritualismo judaico ya no son necesarios. Por eso la revelación Divina en Hebreos los rechaza tajantemente al decir: “Tenemos un altar, del cual no tienen derecho de comer los que sirven al tabernáculo”(Hebreos 13:10).
Cuando dice “No tienen derecho a comer los que sirven al tabernáculo”, está rechazando específicamente el sacerdocio judío, porque el ritual de los sacrificios incluía como directriz que el sacerdote debía comer la carne del animal sacrificado (Levítico 6:25 – 26). Por tanto, decir que el sacerdote no puede comer del altar de los cristianos es rechazar todo el sistema de creencias de los judíos.
El mismo Dios que un día los instituyó, hoy dice que ya no son necesarios. Habiendo venido Cristo y muerto en la cruz como el verdadero cordero del sacrificio, ya no se necesita estar haciendo sacrificios constantes de animales para el perdón de pecados. La obra de Jesús en la cruz fue suficiente para borrar para siempre los pecados de su pueblo (Hebreos 10:14).
La cruz es el altar donde el Cordero fue inmolado una sola vez, un altar mucho mejor del establecido por el sistema judaico, del cual los que continúan atrapados en el ritual de los sacrificios no pueden participar.
Por eso, mi estimado lector, toda religión que diga ser cristiana, no viste altares, porque la cruz es su altar, ni ofrece cada semana el cuerpo de Cristo en sacrificio, pues este se ofreció una solo vez y para siempre (Hebreos 7:27).
Así que corre de aquellos lugares donde se sacrifique con frecuencia a Hijo de Dios sobre el altar.
Edward Andrés Díaz Reina
Comunicador Social y periodista
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